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¿Y a ti aún te cuentan cuentos?

 

Game over

Quiero vestirme sombría y no ver más que en blanco y negro. Subir el balance de blancos y que los bordes se vuelvan tan afilados que nadie, ni tú ni yo, pueda pasear por ellos. Quiero vidriarme los ojos para que nada sea capaz de entrar o salir, para que nada permanezca, sólo se refleje lo que pasa ante ellos y dure lo que dura la poca luz que hoy me alumbra.

Quiero no sentir nada. Esparcir los sueños por el suelo, hacerlos añicos y caminar sobre ellos para demostrarme que no pueden hacer sangre si ya no crees en ellos con los ojos cerrados, que es la única forma de creer. Luego, cuando se levanten las persianas, las sombras se convertirán en estiletes y tus puntos vitales en dianas apropiadas. Así que quiero hablar con Huxley para que me dé la fórmula mágica del soma. Destrozarme las conexiones neuronales que lo único que me permiten es descubrir una y otra vez la inconcreción de mi tacto, de mis sentidos viciados de mañanas que no existen. Envenenarme el sistema circulatorio es la única manera de seguir andando sin que se pudra del todo mi sangre estancada.

Al menos ya he conseguido no creer en nada. Atea, apátrida y extranjera entre tus brazos, entre todos los brazos. Invisible.

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At 11:35 p. m., Anonymous Ivan said...

Un brújula, con la que no importa ni el Norte ni tu Sur, porque sirve para indicar los caminos por los que quieras que te lleven; un reloj, que aunque de agujas cojas, baila con tus pasos como un péndulo, recordando que las posiciones, los estados, van y vienen; un objetivo intercambiable, largo, para ver lo que viene cuando aún está lejos,con un obturador pequeño, que centre, que fije, que apunte... montones de cosas, lo que sea, antes que la armadura oxidada.

Tú sabes el cuento mejor que nadie, sabes lo que no vale.    



At 11:36 p. m., Anonymous Anónimo said...

¡Qué barbaridad!
Precioso    



At 1:10 a. m., Anonymous Urko said...

- Es que a mí me gustan los inconvenientes.

- A nosotros, no –dijo el Interventor-. Preferimos hacer las cosas con comodidad.

- Pues yo no quiero comodidad. Yo quiero a Dios, quiero poesía, quiero peligro real, quiero libertad, quiero bondad, quiero pecado.


Una buena amiga me regaló ese libro, después de haberlo leído, y me encontré con que había subrayado este extracto.    



At 9:50 a. m., Blogger Vagamundo said...

¿Esmerilado el cristal del corazón?    



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