Atrás y adelante
30 dic 2009De pequeña no me gustaban los números impares. Sin embargo mis números preferidos eran el 7 y el 9. Sé que puedo reconstruir mis pasos siguiendo las huellas de diversas contradicciones, a veces embarrando el camino, muchas otras marcando mi propia cadencia. Quizás por eso, el 9 contribuyó a limpiar lo que ensució el 7 y este año lo despido, por primera vez en mucho tiempo, mirando mucho más hacia adelante que hacia atrás.
De pequeña, escribía cartas al final del año haciendo un extraño balance con la objetividad como rehén conocida. Con el tiempo se convirtió en un lastre que iba solidificándose, muerto en mis tobillos, amargo en el cielo de la boca. Siempre se me dio mejor mirar en blanco y negro que en color. Aunque aquella costumbre también tuvo su fuerza, su utilidad aunque doliese; sé quién soy y porqué soy, sé mirarme a los ojos de seguido y, cuando los chaparrones sólo caen fuera, tengo fe en lo que veo.
Así que este año he decidido seguir con mi tradición y hacerla doble. Repasar lo recorrido mientras contemplo el camino que aún tengo ante mis pies. Mirar en el retrovisor sin perder de vista el horizonte, allí donde no termina de ponerse el sol. Que dicen, así es como se conducen las mejores vidas.
Atrás y adelante, al final es sólo cuestión de perspectiva.