Cul-de-sac
“Que no me da la gana pasar media vida buscando esa frase que tal vez no exista…”
Bésame y hagamos como que no existe un mañana que nos manchará los dedos de tinta indeleble. Hagamos como que no oímos el ruido –dentro- de la metralla astillando en mil pedazos los órganos vitales. Juguemos a un juego con las cartas marcadas, a mirarnos de reojo, a acercarnos de soslayo, a atragantarnos de aliento ajeno. Juguemos a que no sabemos que avanzamos en un camino sin salida. Y debidamente señalizado.
Bésame y hagamos como que no existe un pasado que sigue dibujando los pasos de baile. Como si allí afuera no estallasen los relojes, las palabras y todas las canciones. Como si pudiésemos cambiar los cromos del amor y el cariño a nuestro antojo. Tatúame tus dedos en la cintura, bébete los labios y borra todos las huellas a base de saliva. Desnúdame de todo ayer y vamos a ignorar –como si no doliesen- los rastros pretéritos esparcidos por el suelo, junto a los pies descalzos. Quizás explorando los bordes de tus clavículas, el ángulo muerto de tu pecho, consiga no perderme del todo. Vamos a confundirnos en dentelladas y recorrernos la piel a pasos agigantados reescribiendo nuevas historias. Párrafos que se llevará el viento en cuanto despertemos de nuevo al mundo, más allá de esta campana ignífuga en la que nos guarecemos cuando alguno no quiere dormir a solas. Contornéame las ganas, las rodillas, las sonrisas y juguemos a hacer como que nos acariciamos el corazón, creyendo –a pies juntillas- en todos los cuentos esta noche.
Abrázame de nuevo y hagamos como que no existe un presente.
Abandonarse, más allá de los límites del espacio, de las cumbres del tiempo, desplomarse en los abismos de una pasión: ¡cuán placentero y - en ocasiones - desquiciante puede llegar a ser como experiencia...
en realidad es que, quizás, no exista ese presente, y no tengamos más que esa suma de pequeños momentos...
Cuanto más lo leo, más me gusta.
Y más duele.
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