Es el mismo bar de carretera de todas las carreteras circundantes a una vía principal. Allí se agotan todo tipo de pieles y las miradas se hacen huidizas, es más difícil profundizar en unas pupilas que viajan a la velocidad de la luz. Puede que no se encuentre en el kilómetro 33 de alguna carretera secundaria sino en esa calle que nunca nadie llegó siquiera a olvidar, para eso habría que reconstruirla con tiempo. Podría ser una película americana pero aquí nadie habla con el camarero ni pide whisky doble. Solo, el agua es para los que aún buscan ahogarse y yo hace mucho que supe que no lograría salir a flote. Aquí se consume despacio, paladeando unos instantes que jamás han llegado a ser nuestros del todo. Aquí la música la pone una radio, que chirría a bajo volumen, canciones que sobrevuelan, sin posarse, la memoria de los presentes y tienen el buen gusto de no evocar a nada, a nadie. Las personas que pueblan este bar hablan poco, utilizan gestos cotidianos, muecas corrompidas por el paso del tiempo y que en algún momento significaron algo. Puede que un domingo soleado de mayo marcaran la diferencia entre un “me voy” y un “me quedo” pero ahora ya sólo queda la ceniza hastiada de un instante que no es capaz de sujetarnos al suelo que pisamos. Ahora las palabras no tienen peso, se mezclan en la atmósfera con todas las canciones vacías, las cartas vacías, las apariencias vacías. Con el alma vacía de los que están sin estar.
Allí recalamos tú y yo cientos de noches atrás y tuviste el ánimo de invitarme a una copa. Brugal cola por favor, no te preocupes que pago yo. Tenías las manos grandes y la sonrisa estrecha. Bebimos lentamente, sin mirarnos pero acompasando los tragos. Allí, en el mismo bar de carretera de todas las carreteras circundantes a una vía principal. Allí, en el centro dormido de todas nuestras vías muertas.
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on 30 abr 2008 at 10:50 p. m..
You can skip to the end and leave a response.
Creo que conozco ese bar. He estado varias veces en él, y siempre me he llevado más de lo que traía. Algo más de peso en las palabras, algo menos de culpa sobre los hombros.
Y saliste de allí con un buen relato...sabes? me has hecho pensar: es verdad, es el mismo bar siempre...
creo que no me gustaría tu bar.. parece de esos sitios donde es sencilo llegar pero imposible salir.
Solo la voluntad puede transformar las vías muertas en vías de servicio.
Lo cierto es que el bar... me recuerda al Hotel California de los Eagles!!
Welcome to the Hotel California...
Such a Lovely Place...
Salud/OS!
La de veces que hemos coincidido en ese bar tú y yo.
Me debes una cerveza (rubia) en otro bar con más luz.
Lo cierto es que los "puntos comunes" nos matan cada segundo que les permitimos recrearse en nuestra realidad.
Lo peor que le puede pasar a un encuentro, a una mirada, es que se vuelva un aforismo, un cónclave en el que confluyen las pequeñas voluntades en busca de auxilio; si dejamos que nuestro bar, nuestro encuentro caiga en ello, no habrá magía, ni palabras ni desencuentros que puedan resucitarlo.
Creo, no es tu caso, porque sigue siendo tuyo.
me gustan los cuentos de agua... por agua, los pozos secos son cárceles, laberitnos sin minotauros, porque el minotauro eres tú cuando caes.. los cuentos de oeste me gustan, aunque el oeste no halla existido más que en las películas...
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