Iconografía
A veces, es un cruce de miradas en uno de los círculos divergentes de la red de transporte público que transfiere las casualidades, estación 1, línea 4. Otras son combinaciones aleatorias en la teoría de los seis grados de separación que nos conducen al mismo rincón de aquél bar, en ciudades distintas pero paralelas. Las redes en ocasiones se vuelven peligrosas cuando te hacen hilar más de la cuenta. Yo, que tengo por costumbre intentar vivir sin sombras, frecuentemente no me basto con una sola linterna. Cuando quieres aprender en cada esquina aunque no tengas lugares donde descruzarte, cuando alguien levanta el polvo, abre las ventanas y ve que más allá se retratan al óleo campos minados, no basta sólo con la luz de una mirada. Es el problema con el que te encuentras cuando tiendes a mirarte sólo de reojo y luego vuelves a un metro vacío son un sabor espeso taladrándote los pulsos, con la inercia como compañera de asiento, Atocha, Menéndez Pelayo, Pacífico, más allá duermen monstruos. Con el cambio de vía terminan por despertar, quedan varias paradas así que les invitas a las sobras de tu tiempo con la esperanza de que te dejen solucionar los errores dinamitando los relojes de todas las estaciones.
Te dedicas, como siempre, a imaginar otras vidas en cada pasajero mientras obvias las figuras oscuras que siguen royendo minutos perdidos, absurdos, hasta que llega un instante en el que tocan hueso y descubres los mismos ojos unos asientos a la izquierda. Te preguntas que vida imaginará para ti ese extraño al contarte los rizos. Los cafés no amortiguan esa sensación de vacío en el estómago, sólo mantienen caliente el camino de regreso a casa. Y allí, en la última parada, descubres todas las últimas paradas que has pisado y se te sube la fiebre a las lágrimas que no te permites derramar cuando descubres que ya no te queda ni un retazo.
No importa como lo hagas, siempre acabas mirándote en un espejo roto en mil pedazos y nunca sabes, entre todas las imágenes de ti, cual es realmente la auténtica.
La foto es de Shin
Te dedicas, como siempre, a imaginar otras vidas en cada pasajero mientras obvias las figuras oscuras que siguen royendo minutos perdidos, absurdos, hasta que llega un instante en el que tocan hueso y descubres los mismos ojos unos asientos a la izquierda. Te preguntas que vida imaginará para ti ese extraño al contarte los rizos. Los cafés no amortiguan esa sensación de vacío en el estómago, sólo mantienen caliente el camino de regreso a casa. Y allí, en la última parada, descubres todas las últimas paradas que has pisado y se te sube la fiebre a las lágrimas que no te permites derramar cuando descubres que ya no te queda ni un retazo.
No importa como lo hagas, siempre acabas mirándote en un espejo roto en mil pedazos y nunca sabes, entre todas las imágenes de ti, cual es realmente la auténtica.
La foto es de Shin
Curiosa reflexión... siempre pienso en los demás cuando voy en el transporte público... tratando adivinar de dónde vienen, a dónde irán y todo eso... y jamás pienso que la reacción puede ser opuesta o reflexiva. La próxima vez pensaré mejor... o tendré análisis de desconocidos "bipolares".
Salud/OS!
ocurre lo mismo cuando esperas un mensaje y al mirar la bandeja de entrada sólo encuentras propaganda; más allá duermen monstruos. Entonces tampoco tienes muy claro en cuál de esas imágenes, de esos trozos de espejo, te han imaginado; cómo te han dibujado otras personas, qué han visto en ti y qué no les has dejado ver.
Esas imágenes son formas diferentes de ver una misma realidad, lo que eres que no necesariamente es lo que muestras. Es mucho más.
P.D.Ese de la foto de fondo de tu corcho soy yo!!
me ha gustado la ultima parte, la de todas las piezas que se reflejan y no saber cual es la de uno mismo... quizás cada pedazo represente una caracteristica propia que todo junto crea nuestra identidad...1saludo
Ay, ay, los pobres monstruos...
En cualquier caso, yo venía a opinar, como, ejem, fotógrafo, ejem (valgan los ejemes como comillas contextualizadoras) respecto a la imagen auténtica de cada uno. Es fácil, no es ninguna.
Ninguno de nosotros somos una imagen, ni cabemos en un trocito de espejo roto.
Veo, de todas formas, que lo de dejar imágenes impagables forma parte de la rutina de tu blog, ¿no? Va a ser fácil enrolarse en ella, me da a mí.
Dinamitar relojes apenas soluciona esa marabunta de lo que fuimos, pero te otorga tranquilidad, la de saber, que tarde o temprano, todos esos pedazos componen una forma poliédrica que acabas siendo tú. Besos de mantener caliente el camino a casa.
En el fondo no somos sino aristas de un reflejo roto, y en los ojos ajenos, cada uno ve una sombra de nosotros diferente. Me pregunto si de verdad existe forma real de que podamos mirarnos y vernos. O si aun viéndonos, sabríamos reconocernos.
Felicidades!!!!! :)
conozco el trayecto y puedo dar fé que más allá de esa estación sólo viven monstruos y viejos fantasmas..
Espero que puedas con ellos, yo decidí huir..
Y no he dejado de hacerlo ni un solo día...
el_vania yo hasta ese momento no había "sentido" que los demás también juegan a las adivinanzas con nosotros...
jesus en esas ocasiones sólo(porque equivale a solamente :P)cabe intentar profundizar en ambas imágenes
urko estoy muy de acuerdo con la primera parte de tu afirmación. Y has visto mil veces mi corcho, sabes de sobra que eres tú! :P
f+f como unimos los trozos rotos?
david el problema es que a veces no sabemos si somos esa imagen distorsionada e incompleta que se refleja en los pedazos rotos, aunque en el fondo sepamos que no, cuesta mucho ser consciente de ese fondo. Y gracias, por venir y por estar dispuesto a quedarte, al menos por un tiempo.
iraultza y que hacemos si no nos gusta la forma que componen los pedazos? Besos por el camino
alice ya no vive aqui yo tengo la misma duda...si la solucionas, no tardes en avisarme...
shin graciaaaaaas!! (y a la chica de las trenzas también gracias!!)
beauséant yo aún sigo frente a ellos, midiéndonos...
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