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¿Y a ti aún te cuentan cuentos?

 

Las maletas, como las ganas.

Es estúpido hablar de mi vida, cosificando el término, magnificándolo, cuando sólo tengo 25 años. Puede que por eso me fuese tan difícil escribir en las tapas de este cuaderno un título como “Una vida en dos maletas” porque no es una vida, es media, es un trozo mordisqueado que apartamos para cuando se tengan ganas de más. Ahora estoy saciada y puede que por eso haya optado por deshacer las maletas. Quiero creer que permaneceré aquí, que ha llegado el momento de cimentar las raíces, regar bien el suelo y esperar que aparezcan los nuevos brotes. Es posible, pero el hambre siempre nos encuentra haciendo otra cosa, caminando en sentido contrario sin posibilidad de elevar las alas de una forma inmediata. No, el hambre siempre nos localiza con las manos recién lavadas y el frigorífico patas por alto. Las ganas, como las maletas, se disfrutan más cuando cambian de estado sin previo aviso.

Sin embargo, esta estancia se ha llenado con un contrato como antecedente y eso le quita parte de la magia, aunque huele a nuevo, como los libros el 14 de septiembre, recién forrados con papel transparente, antes de ser testigos mutilados de amores no correspondidos, de besos de invierno en las puertas de la clase de inglés o de fórmulas inexactas para sacar sobresaliente. La pared vacía de esta nueva habitación recién construida no cuenta aún con recovecos, con escondites de malos momentos que salen a la luz cuando ya podemos aprender de ellos, con cazasueños de colores, todavía no existen fotografías de momentos, no vividos más allá, en las fronteras, sino inscritos en el diario de estas paredes.

Eso es lo que más hecho en falta, de tantas veces que me había imaginado como sería tener un lugar, un sitio donde tus zapatillas siempre te esperan calientes.
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At 9:50 a. m., Anonymous Anónimo said...

Pero también es verdad que llegado el momento, hay que tener a mano un cable a tierra; ningún barco puede estar permanentemente en el océano sin anclar en ningún puerto. Y este es de los mejores que podías encontrar. Ahora toca aparcar las maletas por un rato, y buscar la magia en casa.    



At 12:01 p. m., Blogger el_Vania said...

Insisto en lo guapo del cambio...
Y de verdad, este sitio, es acogedor. Aquí siempre tendrás las zapatillas calientes...!

Salud/OS!    



At 12:59 a. m., Blogger Iraultza said...

Suena bien, en serio, suena mucho mejor que aquello de ...me esperaban dos pies en el suelo, que no se acordaban de mí...
Y sobre todo, me gusta esa forma que tienes de explicar la impuntualidad con que nos suceden las cosas que más nos gustan.
En cualquier caso, te guardo un rincón para tomarnos unos mojitos para cuando las maletas se salgan por las ventanas buscando unas vacaciones.    



At 9:28 a. m., Blogger pqueno said...

a veces el anonimato es como un hospital...

demasiado aséptico

abrazos ausientes desde el norte    



At 5:44 p. m., Blogger Alnitak said...

Una amiga me dijo una vez muy acertadamente: "yo pensaba que uno tenía las raices en su casa, ahora que estamos aquí sé de verdad se pueden echar raices en todas partes".
No sé si ayuda, pero yo creo que siempre es así, aunque todos necesitemos tiempo.    



At 8:39 p. m., Anonymous Anónimo said...

Los hogares no llegan, los hacemos. Y el verde de tus paredes es una promesa. Ya lo verás.

Solo tienes que elegir mejor las fotos.    



At 11:22 p. m., Blogger (s_gg) said...

El olor a nuevo es el olor de la nostalgia, quizá por eso los lugares nuevos no sean tan acogedores como a veces esperamos. Luego en ambiente se llena de vivencias y las zapatillas vuelven a esperarnos calientes en algún rincón. Un beso. Soraya    



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