La bufanda a rayas
Tenía la lista de precios a los pies de la cama, algo mordisqueado por los bordes. El gato la había atrapado debajo de la cama cuando trataba de esconderse tras los zapatos verdes, no había heridas graves, sólo rasguños sin intención en los márgenes y las últimas letras de título. Cuando la recuperó, pudo comprobar que aún podía leerse sin esfuerzo y la dejó a la vista pero lo suficientemente lejos de ella como para no poder rozarla aunque se estirase a más no poder.
Hoy había vuelto a verlo en la parada del metro, con su abrigo verde y la bufanda de rayas. Ella le había hecho esa bufanda aunque él no llegase si quiera a intuirlo, le costó tejerla más de un mes porque el gato creyó confundir a su dueña con Penélope y cada noche, daba igual donde ella escondiese la bufanda, él se dedicaba a destejerla con suma delicadeza. Luego se pasaba el día durmiendo, cansado tras el trajín nocturno y ella se empeñaba en despertarlo en cuanto le veía cerrar los ojos, como castigo ejemplar. Al final, ambos acababan dormitando bajo una manta azulada cerca de la estufa hasta que el vecino de al lado comenzaba su clase de samba. A partir de ese momento era imposible seguir durmiendo.
Esa tarde sin embargo no consiguió dormir ni un instante, aunque el vecino, como si intuyese sus preocupaciones, había empezado su clase algo más tarde. Por la mañana en el metro quiso gritarle que sentía frío aunque tenía de sobra con su manta azulada, su estufa y su gato. Sabía que él lo entendería por mucho que dijesen los médicos, reconocería sus manos y recordaría. Daba igual lo que dijesen los médicos.
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on 24 sept 2007 at 10:43 p. m..
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Las bufandas y las mantas (esas bufandas y esas mantas) son las cosas más bonitas a las que se puede aspirar en la vida.
Sabes que me encanta esa foto :) Y me ha gustado tanto o más el texto.
Muchas veces una se pregunta si en los olvidos intencionados, esos donde los médicos nada pueden alegar, queda rastro alguno de memoria que permita colarse por las ranuras, aunque sólo sea un instante.
En cada pespunte estarían sus manos, su intención y su aliento... eso no puede borrarse...
romántico, bello y un gato..
Mmmm, calorcito, la manta, el gato...una imagen genial para no levantarse, ni moverse, o moverse poquito, lo justo para no dar mucho trabajo al gato por la noche...
Un beso rojo
Frío a pesar de la manta.....si, me suena, no sé porqué. Y la foto es una de mis favoritas de esas (aunque no te lo había dicho). Besos.
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