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¿Y a ti aún te cuentan cuentos?

 

Una historia más (con finales de silencio)

Desde que empecé este blog nunca he dedicado ningún texto directamente. Hoy incumpliré esa “casi norma”. Este texto es para ti Natxo, para que, a pesar de (o gracias a) las tardes difíciles de gominolas y cervezas, nunca dejemos de ser incautos.

Coincidisteis en un pequeño rincón perdido de un bar atestado de chicas guapas que te llovían el cuerpo a miradas. Tú no lo sabías (nunca conseguiste percibir esos manantiales de deseo) pero a mi se me empapaban los tobillos en la barra apoyada en mi cerveza-salvavidas. Le susurraste algo al oído, rozando con tus labios el único mechón de su pelo que escapaba al control de lo perfecto, y ella levantó una ceja mirándote entre descarada y borde. La misma mirada que le vi, meses después, dos costados más allá. El control de los sentidos preso de sus pestañas.

Pasaron dos meses hasta que os devorasteis con nocturnidad (aún dudo de si también con alevosía) cada uno de los dientes de leche obviando las muelas del juicio, hasta que te diluiste para no perderte ni una sola de las brechas abiertas en su cuerpo de cerámica irrompible. Me crucé con vosotros huyendo de las campanadas diurnas, estampando sonrisas en los árboles moribundos de todos los parques en los que nunca te cansabas de leer, agotando los condones de las farmacias de guardia y provocando estallidos de bocados mortales a las tardes de los lunes. Cualquier incauto diría que estabais enamorados. Esa fue la época de tus sonrisas de manzana verde colgadas en los minaretes de cualquier catedral (nótese la paradoja) y de las llamadas a media tarde con tintineo de pequeños cascabeles. Durante algo más de doce meses, yo seguía el sendero de placeres extendido por las calles, para encontrarte sellando puñales en margaritas no deshojadas, luego las lanzabas al aire pidiendo un deseo equivocado para que, si caían más allá de los arbustos, ella no te abandonara nunca. El mismo incauto diría que eras feliz.

Una noche de octubre distinguí idéntica mirada, entre descarada y borde, con destinatario desconocido y se me pudrieron los consejos de mandarina convirtiéndose, al instante, en zumo de agrietado envenenamiento. Lo supe antes de no querer verlo. Empezó entonces la época de las sonrisas albarradas, de las llamadas cada noche sin luna (que eran todas) con el sonido áspero del badajo comiéndote sin descanso las cuerdas vocales. Me hablabas de su indiferencia, de lo que a veces duelen los silencios disparados con puntería de bombero enloquecido. Y deshojaste las margaritas y todas eran pares (Me quiere, no me quiere, me quiere, no me quiere…). Dejasteis de beberos de golpe los labios, de abrazaros desnudos en las noches de nieves perpetuas, dejasteis de dirigir conductores suicidas a las curvaturas más recónditas y de sonreír con cada parpadeo. Un adiós y el vacío de los silencios sin réplica. Nuestro incauto diría que a veces el amor se acaba.

Corolario: El amor está hecho para los incautos.
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At 3:14 a. m., Anonymous Anónimo said...

Gracias!
Gracias, eskerrik asko, gràcies, thanks, merci, danke, grazie, obrigado, благодарность, takk, dìk, Teþekkür ederim, dziękuje, kiitos, asante...    



At 6:54 a. m., Blogger El chico desenfocado said...

Te pondría un comentario ingenioso, pero el humo nocturno nubla mis ideas.
Me gustan los adjetivos y los calificativos.
Así te salen textos de color.    



At 3:28 p. m., Blogger d said...

Qué historia más normalita, pero qué bien escrita. El amor es así pero es peor no amar, ¿no?. Te voy a añadir a mis enlaces, que si no se me olvida visitarte.    



At 4:13 p. m., Blogger d said...

Hay todas las posibilidades del mundo. Escríbeme a mi correo (en el perfil) y te la mando (si me entero bien, que soy un desastre. Normalmente las envío por Messenger al hablar, jajaja.    



At 4:24 p. m., Blogger d said...

Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.    



At 5:04 p. m., Blogger Elena -sin h- said...

Natxo... simplemente...te lo mereces :)

El chico desenfocado... cuidate del humo nocturno, que no te quite ni una sola gota de viveza...

d...definitivamente es peor no querer y gracias por enlazarme :) y por la foto :)    



At 9:24 p. m., Anonymous Anónimo said...

Bueno, alguna vez habrá final feliz (que tendrá que ser punto y seguido más que final, ¿no?). Y sí, yo también creo que merece la pena arriesgarse a amar aunque haya riesgos de que salga mal.
Pero mira qué malas son las mujeres, ¿has visto cómo juegan con nuestros sentimientos? Es broma, pero es que hay quien cree que nosotros no sufrimos ;-)    



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