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¿Y a ti aún te cuentan cuentos?

 

Modos de pasar el invierno

Desde las barreras veo como bajas las escalerillas, despacio, sujetándote con una mano al tren del que te desprendes y con la otra sosteniendo tu eterna maleta llena de los besos que dejé derramados en la alfombra roja de tus piernas. Desde mi posición observo como levantas la mirada y la diriges, reposada, hacia el andén, posándola en los cristales, en las fuentes y en los gorriones. Y sé que me buscas, por eso me mariposea la columna vertebral y se me encrespan los escalofríos en la nuca. Un paso, dos… recorres la plataforma indagando en las comisuras, palpando con visión intermitente cada arista deformada en las paredes y noto como se me anidan mil ciempiés en las rodillas que toman rutas paralelas a tus manos. Verte de lejos, buscándome, sin que me veas, mientras yo estudio los huecos que vas dejando en el viento es uno de esos pequeños placeres por los que merece la pena vivir a dos grados bajo cero. Entonces me descubres y sonríes acelerando el camino, la luz se torna brillante y los espacios se ven, de nuevo, reducidos a la mínima potencia, la distancia irremisible de tu ropa y la mía. Se paran los gorriones mientras les brindamos los labios como si se tratara de gaviotas, ajenos, nos desgastamos las bocas al roce de los kilómetros.

Sujetas mis ojos en los tuyos mientras me pasa por la cabeza decirte que anoche, como cada noche que no me aferro a tu brazo, me faltó (demasiado) tu aliento en mi espalda y que esta mañana, como cada mañana que no me reaniman tus cosquillas en los labios, me he despertado para descubrir que he dejado un hueco en el colchón de un tamaño muy parecido al de tu cuerpo, perdida en tu saliva, se me instala entre las cejas susurrarte que me he quedado sin uñas intentando arrancar las horas de las esferas, en un intento desesperado de que sólo cuenten los minutos, o que quiero inocularte un tipo de frío que sólo yo sea capaz de fundir para que vuelvas a pedirme una y mil veces que te abrace. Me doy cuenta de que no soy capaz de digerir ni una sola de mis (no) palabras, la niña del viento de levante que, una madrugada de granizo, consiguió embaucar al poniente para que le helase el corazón a milímetros y ahora me doy cuenta de que tengo los pies mojados del río que tú hiciste fundir/manar de mi pecho. Y callo simplemente por no dejar de besarte.

Me pierdo en la mezcla difusa de tus pupilas mientras percibo los escondites cálidos de tu piel en contacto con mis antojos. Noto cómo me rompen olas tras las rótulas, me quiebro y desemboco, de nuevo, en la cordillera golosa de tus labios níveos. Y decido que, si tú me dejas, acamparé en ellos para pasar el invierno.
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At 3:31 a. m., Anonymous Anónimo said...

Y sé que me buscas, por eso me mariposea la columna vertebral y se me encrespan los escalofríos en la nuca.

Tan bonita es la sensación que describes, como la que seguro sentirá cualquiera que esa frase le sirva para recordar que ha vivido un momento asi. A mi se me ha materializado en forma de tímida, estúpida y nostalgica sonrisa.

Se que no te gusta la palabra, pero un texto precioso :)    



At 7:32 a. m., Blogger Diego Gutiérrez said...

No tiene sentido... pero lo que más me ha gustado del post es lo del tren...
yo diría q es el método de transporte más romántico que existe...
pero ya no quedan ni cercanías... y son tan lento...
nfín...
no es que me apetezca tanto volver a Madrid. A ver, me apetece irme de donde estoy, y eso pasa por irme a Madrid.
Que no es lo mismo...
como está el mundo niña...
bss
y vete a la cama, que allí es tarde
bss
dg    



At 9:27 a. m., Blogger d said...

Qué bonito es sentir el verano en pleno invierno.    



At 9:58 a. m., Blogger Gato negro said...

Abrir los ojos y encontrar tras la ventana que todo es blanco y helado, y tras ella...vosotros, enmarañados en abrazos de madrugada, sin saber si los relojes se rompieron o fuísteis vosotros en el último beso quien los rompió. Me gusta levantarme y leer cosas como éstas, son la mezcla perfecta de añoranza y felicidad que mueven el siguiente paso del día.

GATO NEGRO    



At 2:14 p. m., Anonymous Anónimo said...

¿Tú acampando en unos labios níveos para pasar el invierno? Terminarás derritiéndolos a base de palabras cada noche.
¿Y qué harás cuando pase el invierno?    



At 3:11 p. m., Blogger Laura said...

gracias por traernos un verano en bajo cero...

pd: me encantan los trenes    



At 3:20 p. m., Blogger Unknown said...

cosas así solo pueden pasar en los cuentos... al menos eso espero, no chocar con la realidad de los otros y ver la tristeza de la mia.

quiero pensar en la mentira que transforma las palabras en realidad... yo he decidido que necesito vivir una aventura con alguien desconocido.    



At 3:34 p. m., Anonymous Anónimo said...

Que alegría da volverte a ver sonreír ante los trenes
De acuerdo con rigodón, te guste o no la palabra, precioso.    



At 10:05 p. m., Blogger el_hombre_que said...

lo único necesario para mantener el invierno interior son los escalofríos. Me da la sensación de que no te resultará difícil...    



At 11:39 p. m., Anonymous Anónimo said...

Oye oye, que aquí hace más frío que ahí, ya te puedes ir pasando esos labios para pasar el invierno, jajaja, que si no gasto mucho en calefacción. Y que conste que no es por no gastar, pero es que donde esté el calor humano... ;-)
Que larga se hace la espera del amante a la persona amada ¿eh? Cada minuto parece una hora... y qué cosquilleo en el estómago. Un beso.    



At 12:24 a. m., Blogger Elena -sin h- said...

Rigodón... al fin y al cabo casi todos hemos esperado en un andén :)

Diego Gutiérrez... pues yo sigo viajando en tren (algunos de los post están escritos en esos viajes) y la verdad es que me encanta :)

d... dímelo a mi que soy del sur ;)

Gato negro... los relojes conseguimos romperlos a golpe de nieve disparada a quemarropa...

Natxo... Cuando pase el invierno desperezaré al sol y buscaré cobijos con rayos amarillos

Laura... lo da la añoranza de ciertos soles

Efesor... a veces pasa ;) busca una estación de tren y espera llegar a cualquier desconocida...

El novio de Marta... :)

El hombre que... batallaré por conseguirlo

mamen somar... la espera de los segundos siempre conlleva un conquilleo feliz que ayuda que transcurra la espera de las horas

Lehendakari... que yo soy del sur y llevo peor el frío! Aunque las cosquillas me encantan :)    



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