A este lado de la trinchera
Hoy vuelvo a incumplir mi "casi norma" (para eso están las casi normas...) así que adjunto a este texto todas las sonrisas y apoyos para el chico de Glasgow, los abrazos (y las sonrisas que me encanta verte) y toda la confianza para la chica que siempre me lleva a casa y todos los rayos de sol que encuentre (y seguro que alguien me ayuda a recolectar aún más en la ciudad amarilla...) para Elia. Esto es vuestro.
Puede que esta vida sea una mierda, estoy dispuesta a asumir que esa sea una posibilidad. Puede que te levantes cada mañana con el corazón anestesiado por venenos enmascarados en miradas paralizantes, que no sientas los pómulos del desgaste producido por tus lágrimas, que tus dedos hayan perdido el tacto desde aquella noche en la que te dijo adiós. Tú no supiste pronunciar las palabras adecuadas para que no se marchara (porque aún crees que existen esas palabras) y despiertas al cuco cada noche susurrándole posibles opciones, ensayándolas, despellejando los minutos sin darte cuenta de que no tienes esa oportunidad.
Es posible que, tras apagar el despertador, te preguntes qué te impide darte la vuelta, mirar a la pared y cincelar otra vida con las manos desnudas. Un trabajo de mierda o ni siquiera eso. Llevas años escuchando cómo están las cosas, lo ves en los periódicos, en las televisiones, en la radio y cada mañana en el metro, y ahora te das cuenta de que siempre creíste poder escapar de eso, pero el momento de hacer las maletas pasó sin ser visto y te convirtió en una presa a la que se le atenaza el hastío en la boca del estómago cada mañana, aunque intentes bañarlo con la amargura del café para que no duela, para que se mantenga en silencio. Puede que creas que el futuro es sólo una bonita manera de llamar a las arenas movedizas, esas que acabaran por engullirte mientras te destrozan cada uno de los huesos que componen tus sueños, los mismos que escribías cuando te preguntaban que querías ser de mayor. El sabor de la sangre en la boca. La certeza de que hace años que derrochaste tu inocencia. Nadie te contó que no vale sólo con desearlo. O lo que es peor, que no vale sólo con conseguirlo.
Hace ya tiempo que se te acabó la pintura azul en la punta de los dedos, ahora por mucho que arañes sólo aparece la densidad de la sangre cristalizada. La afilada puntería de las quimeras esparcidas y pisoteadas por la multitud. De repente se te han apagado los colores y te preguntas quien ha pintado de neblina todo lo que miras, todo lo que tocas y en tus ojos todo aparece disperso, difuminado, lejano. Incluso tu imagen ante el espejo es sólo una mala fotocopia de aquello que debías ser.
No sabes lo que me gustaría darte la fórmula mágica que contenga la viveza de los colores sin tregua pero a ratos pienso que no existe. A veces incluso yo también la busco. Quizás sea sólo eso lo que me arranca de la cama diez minutos después de apagar el despertador, la posibilidad de que, instantes después, todo empiece a ser distinto. No puedo convencerte de que todo esto vale la pena, aunque me he dejado los dedos intentando escribirte algo que te haga creer justo lo contrario. Sólo puedo intentar que recuerdes días amarillos, rojos, verdes y azules y que confíes en mi cuando te digo que volverán. Mientras tanto, intentaré impregnar de rayos de sol los nubarrones que se te anuden en el pelo y te ofrezco el calor de mis manos (aunque sé que no es mucho) para ahogar las pesadillas que te acompañen en cada paso. No será fácil pero siempre me encontrarás a este lado de la trinchera.
Puede que esta vida sea una mierda, estoy dispuesta a asumir que esa sea una posibilidad. Puede que te levantes cada mañana con el corazón anestesiado por venenos enmascarados en miradas paralizantes, que no sientas los pómulos del desgaste producido por tus lágrimas, que tus dedos hayan perdido el tacto desde aquella noche en la que te dijo adiós. Tú no supiste pronunciar las palabras adecuadas para que no se marchara (porque aún crees que existen esas palabras) y despiertas al cuco cada noche susurrándole posibles opciones, ensayándolas, despellejando los minutos sin darte cuenta de que no tienes esa oportunidad.
Es posible que, tras apagar el despertador, te preguntes qué te impide darte la vuelta, mirar a la pared y cincelar otra vida con las manos desnudas. Un trabajo de mierda o ni siquiera eso. Llevas años escuchando cómo están las cosas, lo ves en los periódicos, en las televisiones, en la radio y cada mañana en el metro, y ahora te das cuenta de que siempre creíste poder escapar de eso, pero el momento de hacer las maletas pasó sin ser visto y te convirtió en una presa a la que se le atenaza el hastío en la boca del estómago cada mañana, aunque intentes bañarlo con la amargura del café para que no duela, para que se mantenga en silencio. Puede que creas que el futuro es sólo una bonita manera de llamar a las arenas movedizas, esas que acabaran por engullirte mientras te destrozan cada uno de los huesos que componen tus sueños, los mismos que escribías cuando te preguntaban que querías ser de mayor. El sabor de la sangre en la boca. La certeza de que hace años que derrochaste tu inocencia. Nadie te contó que no vale sólo con desearlo. O lo que es peor, que no vale sólo con conseguirlo.
Hace ya tiempo que se te acabó la pintura azul en la punta de los dedos, ahora por mucho que arañes sólo aparece la densidad de la sangre cristalizada. La afilada puntería de las quimeras esparcidas y pisoteadas por la multitud. De repente se te han apagado los colores y te preguntas quien ha pintado de neblina todo lo que miras, todo lo que tocas y en tus ojos todo aparece disperso, difuminado, lejano. Incluso tu imagen ante el espejo es sólo una mala fotocopia de aquello que debías ser.
No sabes lo que me gustaría darte la fórmula mágica que contenga la viveza de los colores sin tregua pero a ratos pienso que no existe. A veces incluso yo también la busco. Quizás sea sólo eso lo que me arranca de la cama diez minutos después de apagar el despertador, la posibilidad de que, instantes después, todo empiece a ser distinto. No puedo convencerte de que todo esto vale la pena, aunque me he dejado los dedos intentando escribirte algo que te haga creer justo lo contrario. Sólo puedo intentar que recuerdes días amarillos, rojos, verdes y azules y que confíes en mi cuando te digo que volverán. Mientras tanto, intentaré impregnar de rayos de sol los nubarrones que se te anuden en el pelo y te ofrezco el calor de mis manos (aunque sé que no es mucho) para ahogar las pesadillas que te acompañen en cada paso. No será fácil pero siempre me encontrarás a este lado de la trinchera.
Supongo que las palabras tienen un poder demasiado limitado tanto "las que no supiste pronunciar para que no se marchara" como las que hablan de la vuelta de dias de colores. Sin embargo, al menos yo sigo pensando (y queriendo pensar) que tenemos algo mas que ver en lo que nos ocurre que los simples "asi son las cosas".
Una vez mas, la felicidad se muestra como un tema complicado.. Puedes pasarte la vida buscando la Formula Magica o el Santo Grial, o puedes quedarte donde estas y conformarte con lo que tienes. Supongo que cualquier eleccion es mala cuando no te gusta lo que tienes.
Quizas, al final, la opcion acertada sea una venda en los ojos, y dar a el alma, la misma felicidad que tienen los ojos que no ven.
Vale más ser tonto y feliz que mil veces el dolor del sabio.
Muy acertada la foto :P
"Nadie te contó que no vale sólo con desearlo. O lo que es peor, que no vale sólo con conseguirlo." ahí has dado de lleno en la diana.
El calor de tus manos es más que suficiente para incendiar el bando enemigo, lo tomaré prestado junto con tus palabras para poder dormir esta noche.
Gracias por pasarte por mi blog a saludar.
Ese café en los jardines de Albia, en el Arenal, en las Arenas... me lo apunto para cuando pueda tomármelo
La vida no es mierda... es entretenida... yo creo que la solución está en no espera mucho de ella... nuestros padres nos engañaron con sueños, proyectos, misiones q cumplir, amores q corresponder... cuando t liberas de toda esa rémora es todo mucho más fácil y placentero
El trabajo es un mal necesario... yo aún me resisto a aceptar que haré siempre algo q no me gusta... pero lo que me gusta, no es un trabajo, y basta q haya q hacerlo por obligación, por mucho que te guste, en cuanto lo conviertes en trabajo y lo necesitas para vivir, terminas odiándolo... ¡con lo felices q estaríamos en pelota en el paraiso! ¡maldita manzana!
lo del sabor de la sangre en la boca... mmmmm... nunca lo he hecho,... solo la mía... y tardo en limpiármela, me mantiene vivo... como las cicatrices de la piel... jamás me las quitaré...
Siempre nos piden algo más... "Cómprate la casa, ten novia, cásate, ten hijos, llévalos a este colegio, no te divorcies, piensa en los niños"
¡Coño!
¡Dejadme en paz!
Amor...
Fidelidad eterna...
Pokito a poko...
La vida son pekeñas batallas que se ganan, se pierden... etapas... no aspiremos a que ninguna sea la definitiva...
Que fácil me es hablar, y cuanto me cuesta convencerme de mis palabras...
Por cierto,
q ciudad es la de la foto?
Bilbao?
Rigodón... nunca se me dió bien esperar ni adormecer mis sentidos con vendas, por eso uno de mis libros favoritos es "un mundo feliz"...precisamente por eso hablo de trincheras...
Natxo... un día no necesitarás ese calor porque tendrás el tuyo propio, entonces quizás sea yo quien necesite el tuyo :)
Diego... lo que sea por terminar con el debate ;) y eso de la vida... puede ser, ni mitificarla ni ningunearla pero no olvidarnos de vivirla. Me gusta tu última afirmación (la de la vida y la de hablar :P). La foto es de Praga, una escultura donde se leía "hasta los superhéroes pueden tener un mal día"... me encantó :)
Ah! Y visto el post que acabas de poner, de nada por la inspiración :)
Vaya... no sé para quién será, pero lo tomo prestado ;-)
Un abrazo y ¿hasta pronto?
Si es q el pbma es cdo t esfuerzas en esperar de ti mismo menos de lo q sabes q puedes dar, por si en algun momento, te cansas de darlo, y t encuentras metido en un pantano de responsabilidades del q no sabes como salir...
bss
DG
Igual la fórmula mágica incluye leer cosas así que te hagan pensar en cielos azules y rayos de sol. Gracias, me has hecho pensar primero triste y después optimista.
No dejes de susurrarme lo bonito que es el mundo, sabes que no te creeré, pero me alegrará pensar que se puede ser feliz.
Gracias.
Cuánta razón. Ni siquiera vale sólo con conseguirlo. Y dicen que si no se consigue es porque no se ha deseado lo suficiente… Siempre nos queda la opción de una casita en las montañas con Internet para mirar por la ventana. ;-)
Maga... si quieres te lo imprimo y le pongo un poco de pintura azul :) Un abrazo y sí, hasta pronto :)
Diego... siempre habrá pantanos pero en todos existe una forma para salir y en cierto modo ayudan a que disfrutemos del resto de paisajes...
d... Si esa fuese la fórmula empeñaría todo mi tiempo en desarrolarla... y gracias a ti por sonreír :)
Yo sin superlativos... a ti no te contaré cuentos, te contaré realidades de sol y sombra y puede que (ambas) aprendamos que, incluso con ellas, se puede sonreír sin penumbras. Gracias a ti :)
Cle... A veces es mucho mejor no escuchar a los demás ;)
a mí me has dejado sin palabras. y mira que es difícil.
:)
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