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¿Y a ti aún te cuentan cuentos?

 

Lugares...

Siempre he mantenido que los lugares significan para cada uno rachas de emociones que nacen en zonas recónditas, a veces para dejarlos volar y otras para sepultarlos bajo miles de piedras con astillas mortales. Para mí siempre han supuesto montañas de debilidades y tengo la memoria llena de escondites donde correr hacia dentro. Sin mirar hacia delante.

Existen ciudades cuyo nombre me llena la vista de luces intermitentes, recuerdos de una niña que se encargaba de destruir uno a uno todos los castillos de arena, de disfrazarse de ella misma cada febrero o de saltar la espuma de las olas cómo si estuviesen contagiadas de futuro. La infancia rodeada de proyectos donde girar de tejado en tejado con la esperanza de volar sobre infinitas murallas vestidas de Carnaval. Imagen que se mezcla con los sueños derramados como fina arena de la playa que siempre me acogió en días de lluvia, quizás los recogiese, lamiéndolos con suavidad, el agua del océano para devolvérmelos algún día, cuando ya no me quede ninguno.

Conforme pasa el tiempo, se me llenan las manos del albero de los cristales rotos. Ese punto que mancha mi memoria y al que aún le debo la amarga miel de las venganzas, donde aprendí todo aquello que nunca querría ser. Y cómo en muchos de los túneles que pueblan nuestras carreteras, al final me encontré con la luz que construyó nuestro invernadero subterráneo o la terraza de baldosas amarillas en días de sol. Los escondites donde conocer que, a veces, los puntos de vista se clavan en las costillas para no dejarte respirar, pero nunca engañan las terminaciones nerviosas y te permiten rectificar cuando no eres sabio.
Más tarde, el salto cualitativo a los tejados nevados con mañanas de churros sin chocolate. La supervivencia transformada en hogar porque existen amigos que se juegan las heridas a los dados y se convierten en la familia que algún día quisiste elegir. Aparecen los pasos adelante sin buscar espejos para comprobar que nada te acompaña a tu espalda. Y al irte cargas con un tablón lleno de fotos en el que siempre quedan huecos porque la promesa de un “siempre volveré” se te ha quedado enredada en los medallones de la Plaza Mayor y la luz se refleja en cada recuerdo de las piedras carentes de vuelos suicidas.

Y ahora mi camino de arañas que se me enredan en sonrisas dibujadas entre humos compañeros. Donde el porvenir sopla susurrando entre los árboles los apoyos contenidos en los rincones dónde no llega el metro. Un nuevo giro en los labios que aún no se han olvidado de sonreír, donde se perfilaron las alegrías más agrias que puedo recordar aunque luche cada día por preservarlas del odio impactado a golpe de nudillo. A la izquierda entre barcas de madera una tarde mojada por mil sueños que nunca llegué a imaginar y la alegre certeza de saber que no he colgado rencor en las farolas, que sólo alumbran cuando las olas de la ría sobrepasan los escalones. Allí, en el fondo de las miradas, donde no llega la arena de la playa, un lugar en el que aún soy capaz de perderme. Y donde puede que algún día termine de encontrarme.
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At 10:19 a. m., Blogger d said...

¿Morriña gaditana?. Es normal, el hogar tira mucho y te lo digo yo, que no soy casero en ese sentido, pero como la ciudad de uno...    



At 11:36 a. m., Blogger Clifor said...

Las ciudades se clavan en la mirada y por mucho que corramos nunca nos alejaremos los bastante como para no llorar por la ausencia.    



At 4:33 p. m., Anonymous Anónimo said...

Me encanta conseguir desentrañar cada palabra de tus cuentos.
Estoy seguro de que te has encontrado mucho más de lo que crees aunque a los demás nos resulte complicado seguirte las costuras. Ya sabes, no te pares, llevas el mejor camino, el lugar de destino al final es lo que menos importa.    



At 8:50 p. m., Blogger Laura said...

una ciudad, un lugar, un recuerdo, una historia...


palabras    



At 11:11 p. m., Blogger el_hombre_que said...

hay quienes se empeñan en seguirte de cerca sea cual sea el lugar que elijas. Eso significa que no lo has hecho del todo mal hasta esta parte del camino, ¿no?    



At 10:42 p. m., Anonymous Anónimo said...

Tres lugares, tres, he creído reconocer... aunque hay uno por ahí que mancha tu memoria y no sé si es uno de ellos... o parte de los recuerdos de uno de ellos. Espero que la memoria sea selectiva y acabe quedándose con lo bueno. Seguro que te ponemos en un dilema si te hacemos elegir uno entre todos los lugares. Un beso.    



At 11:42 p. m., Anonymous Anónimo said...

Es bonito recordar lugares contigo ¿puedo preguntar de cuales se trata?    



At 1:26 a. m., Blogger Elena -sin h- said...

d... lo que más echo de menos es el mar...y eso que en Bilbao no me pilla demasiado lejos pero eso de oler a mar...

clifor... siempre nos queda la opción de regresar

Natxo... Gracias, de verdad

Laura... una ciudad, mil lugares, mil recuerdos, mil historias... y un millón de palabras

el hombre que... y yo me empeñaré siempre en que vengais conmigo, es lo que merece verdaderamente la pena del camino

Lehendakari... hay cuatro lugares ;) y si tuviese que elegir... quizás salamanca :)

Jon... puedes, puedes, son Cádiz, Sevilla, Salamanca y Bilbao, mis rinconcitos de memoria    



At 10:25 p. m., Blogger Unknown said...

te dicen que si echas de menos mi tierra, esa que me keda a casi 700km de aqui... este fin de semana vuelvo a cadiz, ir y volver, solo para un finde, solo para ver como alguien sopla sus 49 años.. solo para desear un feliz cumpleaño.    



At 10:42 p. m., Anonymous Anónimo said...

Uys, cuál será el cuarto... aunque me parece que es el de los malos recuerdos... Eso de Salamanca es porque no conoces Vitoria-Gasteiz, jajaja. Besos.    



At 12:40 a. m., Blogger Elena -sin h- said...

Efesor... felicítale de mi parte y disfruta de nuestra tierra, sube un poquito de viento de levante y sopla a ver si con un poco de impulso llega a Bilbao...

Lehendakari... Conozco Vitoria bastante bien y aún así me sigo quedando con Salamanca ;)    



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