En insuficiente recompensa a las manos de chocolate y menta
Pudo hundirme para siempre. Sé que estuve realmente cerca de ser engullida por el tormento de lo indecible, eso que todo el mundo conoce pero que se esconde guarecido en las noches oscuras de las televisiones, pero yo me encontré con personas que en vez de mirar hacia otro lado, volaron de frente y me arroparon con ríos sin remolinos, jarabe para la tos y mecedoras que no rechinan cuando te balanceas queriendo olvidarlo todo. Y di un paso hacia delante que me costó quebrar todos los cráneos y los huesos que tenía cerca, miradas de soslayo (todas ellas preocupadas) que se me clavaron en la raíz del pelo para que me costara días impares olvidarlas, pero conseguí no caer directamente al fondo y pude dar un paso más sin terminar de desvanecerme del todo. Poco a poco fui enhebrando el duro camino sembrado de piedras en forma de insultos y desprecios que rodaban bajo mis pies para que fuera dejándolos atrás, tan atrás cómo pudiera. Todo había detonado y yo no quería quedarme a recoger las espinas muertas y los puntos de inflexión de funciones repudiadas. A mi alrededor sólo había quiebros.
Dicen que fui fuerte pero a veces creo que sólo me dejé rodar y manos de chocolate y menta fueron frenando la gravedad hasta conseguir que sonriera. Y sonriendo se ven los recodos de distinta manera. Prometeo me trajo durante minutos incontables la llama que necesitaba para acuchillar icebergs sin escafandra y cuando salí a respirar de nuevo el aire del mar vi que todo podía estar tan cerca cómo no mirar hacia el frente, así que a base de terapia de cervezas, consejos de la abuela y guiños a las malas temporadas decidí dejarme la piel en el intento de cerrar puertas con llave. Al fin y al cabo, las cicatrices no hacen heridas y aunque nunca fui capaz de mirar a los ojos, no necesité espejos de medusa para mantener los hombros firmes ante las reyertas en mis pupilas. Y continué andando. Aún sigo haciéndolo.
Dicen que fui fuerte pero a veces creo que sólo me dejé rodar y manos de chocolate y menta fueron frenando la gravedad hasta conseguir que sonriera. Y sonriendo se ven los recodos de distinta manera. Prometeo me trajo durante minutos incontables la llama que necesitaba para acuchillar icebergs sin escafandra y cuando salí a respirar de nuevo el aire del mar vi que todo podía estar tan cerca cómo no mirar hacia el frente, así que a base de terapia de cervezas, consejos de la abuela y guiños a las malas temporadas decidí dejarme la piel en el intento de cerrar puertas con llave. Al fin y al cabo, las cicatrices no hacen heridas y aunque nunca fui capaz de mirar a los ojos, no necesité espejos de medusa para mantener los hombros firmes ante las reyertas en mis pupilas. Y continué andando. Aún sigo haciéndolo.
Sólo las manos no son capaces de acabar con los lamentos. Se necesitan voluntades de mimbre y valor que no se oxide aunque le escupan las injusticias. Como el tuyo ;)
En insuficiente gratitud a las raices que no se descubren ante las adversidades.
Mi falta de imaginacion me ha derrotado desde el principio, cuando he buscado poner un nombre que fuese bueno y en el que no me reconocieses. No preguntes porque. Antes de la retirada he decidido recurrir a Rigodón.
Y, como dice Natxo, habran existido mil manos, pero el merito de ganar el terreno que tus piernas abarcan con cada nuevo paso es solo tuyo. Bien sabes que hay quien no anda, le des manos de chocolate, o incluso piernas de menta. No hay timon que te guie en direcciones concretas si estas rodando, y tu has navegado con el rumbo que querias llevar :)
Me ha gustado este post,enhorabuena.
Preciosa foto,las haces tú?
Natxo...la voluntad y el valor soportan el peso gracias a la ayuda de fuerzas amigas (aunke suene a Guerra de las Galaxias :P)...y no, no me lo discutas ;)
Rigodón...te digo lo mismo,aunke casi siempre me den miedo las alturas sé ke es mucho más fácil saltar con red. Y el rumbo...algunas veces viene marcado de antemano, cuando no hay más posibilidades dejas ke un buen viento te lleve
Anónimo...Muchas gracias y sí, las letras y las fotos son producto de las rarezas de una servidora.
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