Ventanas cerradas
25 mar 2010
Sin embargo la soledad tibia es la única que viaja siempre sola y quizás por eso llega tarde y cuando menos la buscas, igual que se va cuando más la necesitas. La marrón siempre la ves venir, es posible que incluso la recibas en la puerta, con una copa mediada, y decidas sacrificar tus latidos en un altar a medida, pero la gris siempre te acecha desde la otra acera y sólo la descubres cuando ya se te ha aferrado a la tráquea y te ha congelado el nervio óptico y todas las arterias dejándote sin aire. No importa que quieras huir, cerrar las puertas y las ventanas o los ojos, da igual. La soledad es una ventana cerrada tras la lluvia, sólo que no llueve fuera, sino dentro.