Todavía
16 sept 2009
Sé que debería decir algo, sé que querría escuchar una palabra mágica. Ensayo sílabas sin sentido esperando ver cuál es la fórmula que provoca latidos artificiales. Algo que me recuerde que la sangre sigue corriendo. Y quiero decirte que te quedes pero no quiero que te quedes. Me miras y puede que llegues a interpretar alguna de mis sílabas, siempre se te dieron bien los idiomas pero me interrogas con la pupila. Y cuando creo que va a comenzar la maquinaria del después, sales por la puerta y con una sonrisa mediada reapareces con dos cafés. El tuyo con doble de azúcar, me dices. Así que era esa la palabra mágica; un café con doble de azúcar, una sonrisa y una pupila. Consigues atar mis ganas de huir a la cara interna de tus muñecas con la misma naturalidad con la que antes me habías besado, como si fuera el paso lógico tras los crucigramas no resueltos. Y quiero decirte que te quedes pero no estoy segura de que quiera que te quedes. Vuelvo a pensar la realidad y nos veo tomando un café sobre la cama deshecha. Y me entra la risa, que termina por desbordar esparciéndose entre las sábanas, haciéndonos cosquillas en las yemas de los dedos.
No te vayas. Todavía.