Nunca Jamás
Se me escapó el momento en el que debí coger las maletas y decir “nos veremos más allá”, no me di cuenta de que apenas se te deja un instante para mirar a tu alrededor, y sonreír porque sabes que ese es el momento exacto. Luego no existen más opciones. Después, a la gente como yo, sólo nos queda levantar el vuelo (con los pensamientos alegres) la segunda estrella a la derecha y saber que mientras duró fue eterno y perfecto. Yo que odio la perfección.
Sin embargo ahora me he vuelto a morder todas las uñas, se transformarán en monedas sumadas a la hucha de las promesas hechas a mi misma que he sido incapaz de cumplir y he vuelto a buscarme en el movimiento inverso de las manecillas del reloj. Allí donde sólo anida el polvo inyectado de omisiones. Y tengo miedo, tanto, que sólo se masticar cristales para diluir el pánico a no poder tragarlos. A que de verdad, de la buena, ya no haya marcha atrás.
Así que me conjugo verbos compuestos. Echo de menos las azoteas, las llamadas de los lunes, el café de los miércoles, la ilusión de las diez de la mañana con el equipo de salvadores del mundo. Echo de menos el xikilla, los domingos de resaca y la ropa tendida del vecino del tercero. Ser capaz de enhebrar letras que curen poquito a poco y creer que siempre nos queda tiempo, que, como decía mi padre, si quieres siempre puedes conseguirlo. Echo de menos Europa, la ciudad amarilla y el olor a mar. Echo de menos la sonrisa que sólo tú conseguías sacarme en las fotos, enredártela entre las sábanas y que siga marcando todas las páginas. Me echo de menos a mi. Y contra eso, no sé como luchar.
Sin embargo ahora me he vuelto a morder todas las uñas, se transformarán en monedas sumadas a la hucha de las promesas hechas a mi misma que he sido incapaz de cumplir y he vuelto a buscarme en el movimiento inverso de las manecillas del reloj. Allí donde sólo anida el polvo inyectado de omisiones. Y tengo miedo, tanto, que sólo se masticar cristales para diluir el pánico a no poder tragarlos. A que de verdad, de la buena, ya no haya marcha atrás.
Así que me conjugo verbos compuestos. Echo de menos las azoteas, las llamadas de los lunes, el café de los miércoles, la ilusión de las diez de la mañana con el equipo de salvadores del mundo. Echo de menos el xikilla, los domingos de resaca y la ropa tendida del vecino del tercero. Ser capaz de enhebrar letras que curen poquito a poco y creer que siempre nos queda tiempo, que, como decía mi padre, si quieres siempre puedes conseguirlo. Echo de menos Europa, la ciudad amarilla y el olor a mar. Echo de menos la sonrisa que sólo tú conseguías sacarme en las fotos, enredártela entre las sábanas y que siga marcando todas las páginas. Me echo de menos a mi. Y contra eso, no sé como luchar.
No sabes cómo luchar contra eso, pero en el fondo nadie puede enseñarte a hacerlo, sólo tú puedes (y vas a) encontrar la forma de saltar la tapia y mirar al otro lado.
Adelante, siempre adelante, lo de atrás se lo come la niebla del olvido, ya verás.
Si te echas de menos es que estás en pleno eclipse...Empezarás a (re)descubrirte, ya verás...pero poco a poco: los momentos pasan, hasta los eternos, pero las cegueras colaterales se resisten a desaparecer...
Precioso, como siempre.
Un abrazo
sólo hay que encontrar a Peter y el resto de los chicos....
a pesar de que el Metro de Madrid no vuele (era mentira), encontraremos la forma y el lugar.
un beso que sube.
Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.
Pues con tiritas de tiempo, hija. Con tiritas de tiempo...
Mucho ánimo.
(los del del comentario suprimido fuimos yo y mis errores tipográficos)
la nostalgia y el recuerdo nos entristecen, pero en el fondo demuestran lo llenos de sensaciones que estamos. que estás.
las azoteas son tuyas, no lo dudes.
un beso.
Lo dudo
siempre nos queda un instante, un espacio que nos hace pensar en que al final todos nos volveremos a ver de una forma u otra... asumirlo es complicado, sobre todo cuando echas de menos.
Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.
Contra la nostalgia no se puede luchar, ya que siempre se pierde, ella tiene bastantes más argumentos que cualquiera de nosotros.
Lo que sí se puede hacer es despistarla consiguiendo que la nueva vida no deje hueco para los recuerdos.
Echarse de menos a uno mismo es muy duro. Saber que en un tiempo fuiste tú y que por "x" razones ahora eres la mitad de la mitad...
Hay que volver a reencontrarse. Es fundamental, verdad? ;)
buscándote, es una buena forma de luchar contra eso
seguro q te encuentras
abrazos ausientes desde el norte
Coses de tal manera que consigues un tejido vivo; me gusta tu letra...
Busca y te encontrarás (segunda estrella a la derecha).
» Publicar un comentario