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¿Y a ti aún te cuentan cuentos?

 

Bésame (o petición de auxilio)

Tiembla, como si fuera la primera vez, como si fueras a largarte después, y no quisieras...
Noto la desesperación en cada roce de los labios, en las dentelladas, la urgencia porque la ropa llegue al suelo, por besarle la piel, por borrar las huellas de mi caída. De mi perpetua estancia en los barrancos. Y a través de las escalas de sus vértebras, es la única forma que tengo de subir, de no condenarme a un destierro, buscado y merecido. Como si disolviéndome aquí, sobre el suelo del salón, consiguiese purgarme de toda la mierda que llevo inyectándome en vena, desde que me propuse romperme en todas y cada una de las posturas. Cuando me creo a salvo de mis propias sombras, cometo el error de mirarle a los ojos. Para ahogarme descubriéndolos sin fondo. Ni un sólo chaleco salvavidas. Ni una plataforma petrolífera. Y sólo sé decirle que me bese. “Bésame”, como si no me importase que lo hiciese o no, bésame aunque/porque no sabes que es una llamada de auxilio, bésame y olvida un instante que tienes el mañana esperándote en el quicio de la puerta, ansioso porque termines de una vez conmigo y te marches. Pero yo sólo sé aferrarme a su piel, y de nuevo, bésame, bésame otra vez, deja pasar unos minutos recorriendo en mi cuerpo, a labios descalzos, los caminos que andarás como si quisieras que los desgastásemos juntos. Concédeme el pensar mientras me desnudas que realmente te tengo, que te importo lo suficiente como para que esto pueda estremecerte. Para que por un segundo pueda creer, como si de un dogma se tratase, que ese temblor lo producen mis manos y no la misma ventana mal encajada de siempre. Dame la licencia apropiada para ser ingenua y volver a contarme los mismos cuentos en los que un beso era todo lo que necesitabas saber, y las mariposas vivían en los estómagos y todos los días había luna llena, donde no había mentiras que necesitásemos creer ni venenos lentos sustentando caricias. Déjame creer que realmente me quieres, al menos hasta que me despierte y te hayas ido.

Y a disfrutar Aste Nagusia aquellos que vivís por aqui cerquita...
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At 9:16 p. m., Anonymous Anónimo said...

cuando la sangre rebosa la copa y ya las verdades no llegan ni a la vuelta de la esquina, tal vez es el momento de vivir una mentira, corta, inocua, que pase y no deje nada de recuerdo. Al menos durante un rato, sólo para tomar aire.    



At 10:11 p. m., Blogger E said...

Reina de las ciudades sin nombre, por autopistas sangrientas, plantando cara al dolor...


Guapa.    



At 1:07 a. m., Blogger Gato negro said...

Curiosa coincidencia de tus palabras y la música que me acompaña mientras leía.
¿Qué decir antes estas palabras? Pues...uno se puede ocultar bajo las sábanas, esperando que alguien, ese alguien, entre de repente, te sorprenda acurrucada en la almohada. Tambien puedas acercarte al espejo y ver si ha llegado una sonrisa. O mejor aún, puedes pasear, cruzar una y mil calles, y a lo mejor, después de un parpadeo sin importancia, alguien está mirando, y te pide que le beses.
¿que te parece?

GATO NEGRO    



At 5:24 a. m., Anonymous Anónimo said...

Y después el regusto a fracaso no hay sensodyne que lo quite. Prefiero el trapecio.    



At 6:11 p. m., Blogger sergisonic said...

Muchas ilusiones de mentirijilla, para que este vigilante de la playa no haga caso... Pero pedir un beso no es sólo pedir auxilio, no es hacer el boca a boca: tú también das, él también recibe. Seguro.

(scuchando el tema "Kissability", de Sonic Youth, a su salud)    



At 10:06 p. m., Blogger Óscar Sejas said...

Buena canción del maestro Quique González que creo describe a la perfección los sentimientos que muestras en esa entrada, un tanto triste pero que al fin y al cabo es un trozo de alma.
Yo me siento identificado en tus palabras porque he sentido esa sensación un millar de veces.

Un abrazo desde el océano de cristal y cemento.    



At 11:29 p. m., Blogger Shh... said...

Con Sergi, un beso es mucho más que pedir auxilio. Es una necesidad de estrellarse, es una necesidad de dar, es recibir... inevitablemente.
Besos bonita.    



At 10:57 p. m., Anonymous Anónimo said...

Me has hecho leerte casi sin respirar,como casi siempre. Joder es que cada día escribes mejor, me da la impresión de que no paras ni para coger aire.
Es tan trise como precioso.

un beso    



At 10:08 a. m., Blogger Bluma said...

Me gustó.
Increíblemente escrito.
Mua.    



At 12:52 p. m., Blogger E said...

Feliz Aste Nagusia (elchicoquevuelatambiénandaporallí). Qué envidia.

Y yo dando clases de inglés y a punto de irme a Piedrahita a hacer un curso.

Y tú escribiendo cosas preciosas y yo bloqueada.

Y te echo de menos y quiero verte otra vez.    



At 3:14 p. m., Blogger Bowie said...

casi da miedo lo que da tiempo a pensar en esos segundos, o mejor dicho lo que da tiempo a sentir, cuando das o estás esperando el beso

va el abrazo    



At 8:58 p. m., Blogger Elena -sin h- said...

Jesus... existen mentiras inocuas? Porque su sabor siempre se oxida en la traquea...

Maga... tú si que eres guapa! :)

Gato negro... sin duda, me encantan tus consejos :)

keko... el sabor a sangre sólo se quita con lejía... y tiene terribles efectos primarios.

sergisonic... pero aparte de dar, qué permanece?

oski... hay tantas veces que no existen salvavidas (y a veces ni vidas...)

najwa... pero quizás recibimos migajas de lo que anhelamos...

Martu... joo, muchísimas gracias! El aire me lo das tú :)

bluma... gracias :)

Maga... y porque no has venido?? Jo, jo y jo :(

bowie...si, porque en esos segundos sólo lates...    



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