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¿Y a ti aún te cuentan cuentos?

 

No son horas para creer

Amanece como en una foto sucia, con las nubes estériles limpiando el cielo grisáceo (aún no sé de donde se sacaron el azul bilbao). Es de esas horas en las que el frío se te agazapa en los riñones, te gatea por el pecho y se te diluye garganta abajo, instalándose, como no, en las camas vacías de vuelta a casa y en los abrazos sin sombra. Gélidos. Es entonces cuando tú te acercas, te sientas a mi lado con aire distraído y me lanzas tu nombre a las rodillas. Hace frío. Hace frío y es tarde, pero tengo por costumbre hacer cosas que carecen completamente de sentido, como decirte mi nombre como si te informara de que hace exactamente 27 días que no soy capaz de llorar. Y tú me miras como secándome las lágrimas. “Eres preciosa” sueltas sin darte cuenta de que el reloj es en este momento cómplice impasible de la desconfianza. “No son horas para creerte” te respondo colgando la sonrisa irónica de mis pestañas. Soy consciente de que siempre se me dieron bien las barreras de palabras, los diques llenos para evitar intrusos. Algunos lo llaman miedo, yo prefiero bautizarlo como precaución. “Creo que tampoco me creerías aunque te lo dijese cada mañana”. Y es ahí, en ese preciso momento, cuando descubro bajo mis pies las arenas movedizas y me maldigo, una vez más, por mi falta de orientación. Bajo la vista, nunca se me dio bien descubrirme ante ojos ajenos, y te oigo reconocer mi acento. “Muy suspicaz” disparo cargando el siguiente cartucho mientras me enfrento a tu rostro, ojos oscuros, rostro anguloso, pelo algo largo, despeinado, sonrisa carnal, quizás demasiado carnal para estas horas de soledad inquieta. “Tú eres vasco, sin duda alguna” y sonrío mientras señalo con los ojos la camiseta de rayas horizontales, dibujando un rastro invisible entre mi huida y tu cintura.
Empieza a desgastarnos un brote de silencio que amenaza con aclimatarnos al suelo desmadejado cuando noto como te mueves, alejándote unos centímetros, y sacas algo del bolsillo, un papel, en el que apuntas algo acariciando las líneas. Siempre tuve debilidad por las manos ajenas. En ese momento esas manos abren las mías, estremeciéndoseme el tacto en la raíz de las uñas, y posan tu soplo de tinta sobre mis dedos: “Es mi teléfono, si quieres volver a verme, úsalo”. Nunca has sido buena en este juego y deberías haberlo aprendido ya, me maldigo masticando tantas posibles respuestas como granos de arena empiezan a deslizarse por mi garganta. Dicen que si te quedas quieta, inmóvil, no terminan de engullirte… mienten. Si te quedas quieta le ves levantarse y dirigirte una sonrisa directa al centro del estómago, allí donde residen todas las derrotas que te dejaste a los puntos.

Creo que fue por ese instante en el que el hielo se satura tanto que revienta, cuando hace tanto frío que termina quemándonos las yemas de los dedos, o quizás fueron sólo tus manos la que me arrancaron ese “espera” de mi garganta escarchada. “Si quieres te acompaño a casa” te digo apuntando directamente a tu tejado “aunque también podrías acompañarme tú a mi
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At 4:26 a. m., Blogger Natxo sin parentesis said...

Ummm, esta historia me resulta familiar (aunque finalmente modificada) me gusta el regusto final a café con tostadas que deja al final.    



At 8:31 a. m., Blogger yomismo said...

qué cóctel de sensaciones eres capaz de revolverme en unos minutos... y esa sensación final de válvulas en sístole y diástoles.
Abrazos    



At 9:19 a. m., Blogger sergisonic said...

pero se rompió el silencio, eso es lo que cuenta. y eso también se encontrarà en el centro del estómago, y no es ninguna derrota.    



At 4:34 p. m., Blogger tierragramas said...

lleno de texturas, aromas, sensaciones.

Muy bueno!    



At 6:08 p. m., Blogger el_hombre_que said...

a veces hacen falta dos cafés para que ocurra...pero es más bonito ;)
genial.    



At 7:06 p. m., Blogger pqueno said...

q triste q ciertas cosas no admitan partido de vuelta...

abrazos elípticos desde el norte    



At 10:53 p. m., Blogger La Niña Boomerang said...

Me gusta vivir estas cosas... aunque sean leidas. :)

Por cierto... si alguna vez tengo pareja sentimental le diré que te pida consejo para mis regalos de cumple. Seh.

Un beso.

P.d.= No serás del equipo, pero eres de la familia. Y eso también vale.    



At 1:52 a. m., Anonymous Anónimo said...

Tienes que tener cuidado cuando sales por ahí, siempre habrá alguien dispuesto a romperte el silencio en las rodillas.
Cuidate esa mano.    



At 11:12 a. m., Anonymous Anónimo said...

Una voz propia, y creíble. Te sigo leyendo.    



At 12:15 p. m., Blogger Elena -sin h- said...

Natxo... finalmente es ficticio... y te falta el zumo ;)

yosigoaqui...podemos ponerle hielo y brindar con ellas

sergisonic... cierto :)

josean... no podemos seguir apelando al frío con el calor entrándonos por las arterias (que ya era hora..) y sí, es una buena noticia :)

tierragramas... gracias, gracias :)

el_hombre_que... por cierto, me debes un montón de cafés :P (y fueron cervezas ;)

pqueno... así también les aporta cierta sensación de riesgo y eso, también tiene su gracia

la niña boomerang... jajajaja, se lo daré encantada :) Gracias niña :)

mamen... siempre que sea algo bueno, me alegro :)

Jon... pues debe ser que salgo poco ;) Y gracias por la asistenncia médica!

de laclos... quédate el tiempo que quieras!    



At 2:43 p. m., Blogger E said...

Si te dijera que a esas madrugadas me pasaban cosas extrañamente parecidas... seguro te estremecerías como ahora lo hago yo...

Sigues escribiendo increíblemente bien    



At 8:38 p. m., Blogger Elena -sin h- said...

Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.    



At 8:39 p. m., Anonymous Anónimo said...

Tú eres vasco, sin duda
Esa me ha dolido ;)    



At 12:42 p. m., Blogger Nadie said...

No te niegas para privarte el amor sino para estirarlo en el tiempo.

Recibe un saludo.    



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