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¿Y a ti aún te cuentan cuentos?

 

Hogueras eléctricas

27 sept 2010


Ahora que escribo para muchos soy incapaz de entreverarme en las líneas para leerme sin traducción. Ahora que cuento otras vidas he perdido el ábaco que me recordaba que los pasos son siempre de diferentes colores. Ahora me pregunto qué sueñan los androides y tengo pesadillas. Y me abrazas. Y no sé si estoy despierta o es parte del argumento.


Mido mis líneas con un cartabón que siempre consigue escapárseme por la escuadra y al final camino en círculos concéntricos repletos de vías muertas. Invariablemente estoy a la misma distancia del horizonte y del centro de tu pupila, donde nado a contracorriente para llegar siempre a un puerto repleto de barcas varadas, tan silentes como mi forma de no querer a nadie. Porque si las agitas, si inicias la onda en el agua, es imposible calibrar si la ola romperá las escolleras o las aurículas. Y la galerna, si llega, nunca deja supervivientes.

Así que ahora que me desdibujo en espejos ajenos y nunca consigo atravesarlos, intento arrimarme al ascua que no quema aunque la retina arrastre siempre al mismo fuego. El hipnótico baile de las llamas juega sincronizado para que pierdas de vista la hoguera que sólo arde a traición. Cuando te alejas y cuando estás dentro.

Tokio

9 sept 2010

No consigo desentrañarte las palabras de los actos y termino sumergida en una vía muerta en la que no sé qué andén tomar. Aunque ninguno de los dos termine lejos de territorio hostil.

Camino siempre uniendo un pie con el otro, puntera-talón-puntera indefinidamente, con la firme intención de no dejarte ni siquiera un resquicio por el que colarte entre mis pasos y creía que era incapaz de sujetarte las pupilas. Tú haces y deshaces, dices y desdices, tejes y destejes una madeja en la que no conseguimos coincidir cada uno en un extremo más que cuando logramos no articular palabra y quedarnos quietos. Inmóviles y silentes viendo los relojes astillar todas las previsiones.

Tú caminas errático sobre el tablero de un juego en el que yo escondí todas las piezas. Puedes soplarme las ganas y avivarlas hasta que ya no nos aguanten ni las sábanas, puedes susurrarme historias en sepia, jirones de tu traje a medida, puedes paralizarme todas las salidas de emergencia pero ni allí, con el pulso adormecido en un síncope al compás del silencio, vas a conseguir que cierre los ojos y confíe en ti.

Sonando: "Cambio de idea" de Astrud

Manchas de tinta

3 sept 2010

Decía el maestro que al lugar donde has sido feliz no debieras tratar de volver. Sin embargo, kay – lo mejor que me ha traído esta ciudad vampiro– y yo no estamos de acuerdo en absoluto. Porque hace un año, en esta misma cala casi desierta ahora, tenía todas las cartas en las manos y hoy, algo más de un año después, creo que he conseguido conjugarlas para que se lean de la mejor manera que sé.

Algunas las derroché. Una noche de mayo opté por derramar por los sumideros una luz moribunda a la que no supe dar cuerda, sobre todo cuando las luciérnagas decidieron que ya era demasiado tarde. Otras las gané –y son las que más– y por eso hoy, enroscando la misma arena y con los hombros sabiendo a la misma sal, sé que el tiempo, este minutero espeso que tantas veces se me ha atragantado en las aurículas, me ha dibujado una sonrisa entre las costillas. De esas que a veces se olvidan pero que no se borran.

Hace un año leía letra impresa persiguiendo un sueño que llegó un 13 de noviembre. El 68 se convirtió por tanto en un número tatuado con tinta indeleble en la retina de mi recuerdo. Así que me mudé a las calles atestadas, me instalé entre 12 paredes en las que paso una vida que elegí con tres folios y una cita de Galeano. Y he crecido lo suficiente para saber estar sola y sonreír sin que duela. Para verte partir y saber que hice lo correcto. Para jugar a flotar en el mar muerto y salir –casi indemne. Para mirarme al espejo y reconocerme. Y saber que ahí, detrás de esos ojos verdes que hoy ciegan todo el sol que he sido capaz de atesorar, detrás de esas pupilas, está lo mejor que tengo.

La foto es de loufi

Sonando: "Un día en el mundo" de Vetusta Morla

 
   

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